Cambio climático: además de ser conscientes, hay que ser consecuentes
Los impactos del cambio climático que se van materializando plantean grandes retos, tanto para los sectores económicos como para los responsables políticos. Los primeros deben adaptarse en tiempo récord a unos fenómenos que maximizan el impacto de la crisis económica y los segundos tienen el doble deber de poner en marcha las políticas adecuadas para frenar el calentamiento global y de facilitar la adaptación a los impactos que ya son inevitables.
Lo sucedido en Australia durante las últimas semanas es un buen ejemplo del escenario en el que nos movemos: tras las impresionantes olas de calor, los grandes incendios y las inundaciones que ha sufrido el país en las ultimas semanas, la primera ministra australiana, Julia Gillard, no ha dudado en hacerse eco de las fuentes científicas, que relacionan directamente estos fenómenos con el cambio climático. Sin embargo, lo que siguen esperando los ciudadanos australianos es que, además de ser consciente del problema, su gobierno sea consecuente e impulse las políticas necesarias para ponerle fin. Uno de los sectores clave en este sentido es el energético, en el que el gobierno australiano sigue apoyando la fuente más intensiva en emisiones de CO2: el carbón, a pesar de su ineficiencia no sólo ambiental, sino también económica en relación con las renovables.
No descubro nada nuevo si digo que la “bipolaridad” de la clase política en materia de energía y cambio climático se debe a la estrecha relación que tiene con las grandes eléctricas. Como se dice en España, “el amor, con amor se paga” y los cargos en los consejos de administración de las grandes eléctricas tampoco podían salir gratis. El retiro dorado de los políticos en las eléctricas (y quizás algún otro favor) se pagan en nuestro país a base de reformas en el sector eléctrico que están llevando a la ruina al sector de las energías renovables que no sólo prometía con librarnos del cambio climático y generar empleo sino con colocar a la marca España en un lugar privilegiado en el panorama económico mundial.
Según el ultimo informe sobre los recursos mundiales, “Adaptación en marcha”, elaborado por expertos bajo la coordinación del Instituto de Recursos Mundiales (WRI), el PNUD, el PNUMA y el Banco Mundial”, las decisiones políticas de hoy marcarán irremediablemente el futuro de los diferentes países en materia climática, pero también económica y de seguridad.
Algunos Gobiernos parecen haberlo entendido y se disponen a tratar al cambio climático como lo que es, una cuestión de Estado. Otros, como el de España, no están ni siquiera a la altura de la bipolaridad Australiana y mienten descaradamente al ciudadano sobre la ciencia del clima. Lo que se les olvida es que el ciudadano está cada vez más informado y más convencido, incluso en Estados Unidos, la cuna del negacionismo. Mentir sobre algo científicamente probado es, de por si, muy grave pero lo peor es que los que lo hacen ni siquiera se dan cuenta de que cuando uno miente sobre algo tan irrefutable pierde la credibilidad en todo lo demás.
Lo sucedido en Australia durante las últimas semanas es un buen ejemplo del escenario en el que nos movemos: tras las impresionantes olas de calor, los grandes incendios y las inundaciones que ha sufrido el país en las ultimas semanas, la primera ministra australiana, Julia Gillard, no ha dudado en hacerse eco de las fuentes científicas, que relacionan directamente estos fenómenos con el cambio climático. Sin embargo, lo que siguen esperando los ciudadanos australianos es que, además de ser consciente del problema, su gobierno sea consecuente e impulse las políticas necesarias para ponerle fin. Uno de los sectores clave en este sentido es el energético, en el que el gobierno australiano sigue apoyando la fuente más intensiva en emisiones de CO2: el carbón, a pesar de su ineficiencia no sólo ambiental, sino también económica en relación con las renovables.
No descubro nada nuevo si digo que la “bipolaridad” de la clase política en materia de energía y cambio climático se debe a la estrecha relación que tiene con las grandes eléctricas. Como se dice en España, “el amor, con amor se paga” y los cargos en los consejos de administración de las grandes eléctricas tampoco podían salir gratis. El retiro dorado de los políticos en las eléctricas (y quizás algún otro favor) se pagan en nuestro país a base de reformas en el sector eléctrico que están llevando a la ruina al sector de las energías renovables que no sólo prometía con librarnos del cambio climático y generar empleo sino con colocar a la marca España en un lugar privilegiado en el panorama económico mundial.
Según el ultimo informe sobre los recursos mundiales, “Adaptación en marcha”, elaborado por expertos bajo la coordinación del Instituto de Recursos Mundiales (WRI), el PNUD, el PNUMA y el Banco Mundial”, las decisiones políticas de hoy marcarán irremediablemente el futuro de los diferentes países en materia climática, pero también económica y de seguridad.
Algunos Gobiernos parecen haberlo entendido y se disponen a tratar al cambio climático como lo que es, una cuestión de Estado. Otros, como el de España, no están ni siquiera a la altura de la bipolaridad Australiana y mienten descaradamente al ciudadano sobre la ciencia del clima. Lo que se les olvida es que el ciudadano está cada vez más informado y más convencido, incluso en Estados Unidos, la cuna del negacionismo. Mentir sobre algo científicamente probado es, de por si, muy grave pero lo peor es que los que lo hacen ni siquiera se dan cuenta de que cuando uno miente sobre algo tan irrefutable pierde la credibilidad en todo lo demás.
La evidencia científica del cambio climático es indiscutible, esto según lo planteado por el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) organización internacional líder sobre el tema del cambio climático.
El cambio climático es definido como un cambio estable y durable en la distribución de los patrones de clima en periodos de tiempo que van desde décadas hasta millones de años. Pudiera ser un cambio en las condiciones climáticas promedio o la distribución de eventos en torno a ese promedio (por ejemplo más o menos eventos climáticos extremos). El cambio climático puede estar limitado a una región específica, como puede abarca toda la superficie terrestre.
La evidencia se basa en observaciones de los aumentos de temperatura del aire y de los océanos, el derretimiento de hielos y glaciares en todo el mundo y el aumento de los niveles de mar a nivel mundial.
Hay más CO2 en la atmósfera, el dióxido de carbono es el contribuidor principal y dominante al cambio climático actual y su concentración atmosférica ha aumentado desde un valor de 278 partes por millón en la era preindustrial hasta 393 ppm en la actualidad.
Los científicos mundiales han determinado que el aumento de la temperatura debiera de limitarse a 2ºC para evitar daños irreversibles al planeta y los consiguientes efectos desastrosos en la sociedad humana. Para lograr evitar este cambio irreversible y sus efectos, las emisiones de gases invernaderos debieran de alcanzar su máximo en el 2015 y disminuir progresivamente después de esa fecha hasta alcanzar una disminución del 50% para el año 2050.
- El término, a veces se refiere específicamente al cambio climático causado por la actividad humana, a diferencia de aquellos causados por procesos naturales de la Tierra y el Sistema Solar. En este sentido, especialmente en el contexto de la política ambiental, el término "cambio climático" ha llegado a ser sinónimo de "calentamiento global antropogénico". En las revistas científicas, calentamiento global se refiere a los aumentos de temperatura superficial, mientras que cambio climático incluye al calentamiento global y todos los otros aspectos sobre los que influye un aumento de los gases invernadero.
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